Titulares





Stmo. Cristo de la Buena Muerte

Autor: Anónimo.

Cronología: 1648. Encargo realizado por el Padre Ulloa (OSA) para la capilla de los enterramientos de sus hermanos de la Orden de San Agustín.

Precio: 300 ducados.

Material: Madera de cedro policromada.

Restauraciones: José Bottaro (1930). José Paz Vélez (1967). José Miguel Sánchez Peña (1987), quien esculpió un nuevo madero. José Miguel Sánchez Peña (2010).


Análisis Artístico: Se trata de una de las creaciones más destacadas de la estatuária religiosa en España. Lo cierto es que esta magistral composición de Cristo muerto en la cruz ha sido relacionada con las gubias de Juan Martínez Montañés, Alonso Cano, José de Arce y, más acertadamente, Alonso Martínez, aunque no se descarta la participación de varias manos en la ejecución de su hechura.


     El Varón, representado en los instantes inmediatamente posteriores a su muerte, ha desplomado su cabeza hacia la derecha. La melena, de ondulados bucles, cae a ambos lados del rostro de Jesús, un rostro que ha alcanzado la paz después del martirio y muestra los ojos completamente cerrados, con las pestañas pinceladas en la madera. La nariz es del tipo semítico; los pómulos, angulosos, y la boca, menuda y levemente abierta, permite ver en su interior la lengua y la dentadura talladas. La corona de espinas, muy recta y gruesa, ha sido esculpida en el mismo bloque craneal. La anatomía es corpulenta y heroica, propia de quien ha procurado labrar un Jesús victorioso en el madero, provisto de gran concepción escultórica. El vientre se halla hundido, los fuertes brazos aparecen colgados del travesaño y las manos, semicerradas, muestran los dedos flexionados tras haber sido taladradas por las palmas.


     El sudario, cordífero, se ciñe con caprichosas vueltas a la cintura y deja al descubierto el costado derecho. La policromía es ligeramente cetrina, no incurriendo demasiado el autor en las señales del martirio. Se encuentra fijado por tres clavos al arbóreo madero, con las piernas juntas y el pie derecho montado sobre el izquierdo.

 

María Stma. del Mayor Dolor

Autor: Anónimo

Cronología: 1761.

Material: Madera policromada. Imagen de candelero para vestir.

Restauraciones: José Rodríguez Rivero-Carrera (1985). José Miguel Sánchez Peña (2011)


Análisis Artístico: María Stma. del Mayor Dolor es una destacada obra barroca realizada en la segunda mitad del XVIII, de autoría anónima hasta la fecha.


Hace años estuvo atribuida al escultor académico valenciano Blas MOLNER, que ejerció su labor docente y escultórica en Sevilla, pues fue miembro de la Academia de Bellas Artes en la segunda mitad del XVIII. Ello se debió a un supuesto parecido con la Dolorosa titular de la Hermandad de las Penas de San Vicente (Sevilla), obra también anónima. Pero la obra del citado escultor valenciano se ha ido estudiando y descubriendo, conociéndose mejor, y vemos que los modelos físicos femeninos tienen poco o nada que ver con la Dolorosa de San Agustín.


Más recientemente, se ha citado al valenciano Ignacio VERGARA como posible autor, por las características estéticas y técnicas bastante cercanas a la obra de este artista.


Sin embargo, actualmente, la atribución que parece tener más peso es la que asigna al escultor Luis SALVADOR CARMONA su creación, artista del siglo XVIII natural de Nava del Rey (Valladolid), como autor de esta magnífica obra. No obstante, hemos de añadir que su modelo físico no coincide con varias esculturas femeninas (atribuidas o documentadas) existentes en el Museo Nacional de Escultura (Valladolid), en un templo de La Granja de San Ildefonso (Segovia) y sobre todo en varias tallas existentes en Estepa (Sevilla).



No obstante, apartándose de los anteriores modelos físicos femeninos citados, y compartiendo detalles en el rostro con algunos modelos masculinos, observamos gran similitud de detalles con la Dolorosa sedente que recibe culto en la iglesia de San Francisco de Écija (Sevilla). Finalmente, hemos de dejar constancia de la sorprendente similitud existente entre nuestra Dolorosa y otra talla completa de busto prolongado y tamaño académico que se custodia en una clausura también de Estepa; similitud extensiva del mismo modo a las manos de ambas

imágenes.


A falta de datos y documentos, éste es el estado de la cuestión. Y esta atribución se basa sobre todo en sus características técnicas, con detalles en su ejecución difíciles de superar. Recordemos que es una imagen de candelero para vestir que sigue los modelos andaluces, con los brazos articulados. Está realizada en madera de pino, y tanto la cabeza como el busto se hallan perfectamente ahuecados. Su cabeza presenta el cabello tallado, ojos de cristal colocados por el interior, lágrimas de este mismo material y pestañas postizas. Su boca entreabierta se deja ver en su interior, realizado todo con gran precisión, como los dientes de marfil. Las manos aparecen extendidas, con los dedos finos y torneados que muestran mucha tensión.


A modo de conclusión, diremos que la Dolorosa presenta un excelente estado de conservación, una policromía clara y transparente, de muchos matices, que por suerte no ha sido alterada, y que complementa muy bien, qué duda cabe, la labor escultórica de su anónimo autor.